El cielo parecía algo más triste, como si supiera que el fin de un ciclo estaba cerca, que pronto moriría el verano para dar paso al otoño en todo su esplendor. Margot se sentía como el cielo. Aquel día, si encontraba la libreta, algo importante llegaría a su fin, y le aterraba que acabase.
Un año y cuatro meses. 121 páginas. 36.258 palabras. Tres partes, un prefacio y un epílogo. Una niña. Una niña dulce y extraña... Mi niña.
Hoy he acabado La belleza del caos, la historia que estaba escribiendo y de la que os he hablado alguna vez; en este día llega a su fin.
¿O quizá no? Quizás esto solo sea una parada en el camino. A Margot y a mí aún nos queda mucho por hacer: correcciones, meses de reposo, aventuras con las editoriales... Sí, hay mucho camino que andar, pero hoy una etapa se cierra.
Echaré de menos a Margot, muchísimo. Ella es un reflejo de mi yo más íntegro, menos roto. Ella es el mejor personaje que he creado jamás y puedo decir con la cabeza bien alta que me siento muy orgullosa de ella. Ahora toca dejar reposar un tiempo la historia, como decía nuestro amigo Horacio. Pero, mientras tanto, ¿qué? ¿Qué llenará el vacío que está dejando esta historia?
Espero descubrirlo pronto.
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